Todos los días, de martes a domingo, Natalia Sánchez Echeverri, la mejor arquera de Colombia, llega a la Liga de Tiro con Arco de Antioquia, ubicada en la Unidad Deportiva de Belén, desde las ocho de la mañana para comenzar con su jornada de entrenamiento que se extiende hasta las doce del medio día momento en que hace una pausa.
Abandona el arco, las flechas, el guardabrazo, el blanco, su termo de agua, la infaltable gafa Oakley que le cubre sus ojos y la visera que la protege un poco del inclemente sol, que como una flecha clava sus rayos sin dar aviso alguno, sobre la piel blanca de Natalia, que a duras penas puede proteger la camiseta y pantaloneta del uniforme de la Selección Antioquia, que lleva puesto, y el bloqueador solar que no le falta.
Natalia es una mujer del deporte, vive rodeada de él y para él. Desde el 2006 año en que se graduó como psicóloga de la Universidad Ces, ingresó a Indeportes Antioquia para realizar su práctica profesional y tras su buen desempeño logró quedarse allí, aplicando sus conocimientos como psicóloga y deportista para ayudar y acompañar a sus colegas de ciclismo y natación, esos que muchas veces viven situaciones semejantes a ella, tristezas, derrotas, alegrías, triunfos, lesiones, problemas personales y demás emociones. Qué mejor persona para colaborarles y entenderlos que Natalia, su compañera.
Así se la pasa a diario Natalia, entre el campo de tiro con arco y el consultorio. Aunque cuando debe prepararse para una competencia importante su rutina cambia, y el esfuerzo, así como sus horas de entrenamiento, aumentan. Entrena ocho horas diarias que se dividen en dos jornadas, la primera en la mañana que va de ocho a doce de la tarde; y la segunda en la tarde, comenzando a la dos y finalizando a las seis. Esto lo logra gracias al apoyo de la Institución para la que trabaja, aparte de brindarle la ayuda económica como ente regulador del deporte en Antioquia, lo hace con los permisos y la flexibilidad en el horario.
Pero como las demás personas, Natalia no sólo entrena y trabaja, también saca tiempo para descansar y entretenerse. Encuentra en la lectura una puerta para salir de la vida rutinaria. Las novelas, los cuentos, las historias de ficción y demás textos literarios que nada tengan que ver con política e historia le gustan, entre ellos Harry Potter, uno de sus preferidos. Otro de sus pasatiempos está en el cine, donde según ella, va a ver desde lo más profundo y con un alto nivel de psicología hasta la comedia, el drama y la acción.
La vida de Natalia y su ritmo de vida quizá avanza tan rápido como lo hace una de sus flechas mientras se dirige al blanco, pero para todo tiempo y la música no es la excepción. Le gusta escuchar rock suave, pop, bachata y algo de reggaetón. También le agrada bailar e ir de rumba, aunque pocas veces puede elegir este pasatiempo porque como dice ella “la vida es de prioridades” y en la de Natalia: la familia, el deporte y el trabajo están por encima de todo.
Así es el estilo de vida de Natalia Sánchez Echeverri, la deportista de tiro con arco más destacada actualmente en Colombia, la hija de doña María Cristina y don Eduardo (fallecido hace 12 años) y la hermana mayor de Lía.
Natalia, quien nació el 20 de mayo de 1983 en Medellín, no recuerda mucho de su guardería. Después de pensar por unos segundos y con un poco de dificultad para recordar, algo se le viene a la cabeza y dice que cree que fue en el Bertrand Rusell.
Pero lo que sí tiene muy presente es su paso por el colegio Marymount, fue allí donde tomó la decisión de comenzar en serio a practicar el deporte. Del colegio recuerda que era perezosa para hacer las tareas. “No me mataba estudiando, pero ponía mucha atención y eso me servía para mantenerme en el promedio de la estudiante normal”.
Sus inicios en el tiro con arco se dieron entre el juego, la charla y el deseo de un padre por infundirle a su hija el amor por ese deporte. Fue don Eduardo Sánchez el primero en motivarla para que cambiara las muñecas y el maquillaje por un arco y las flechas, seguramente gracias a él Natalia es quien es hoy en el tiro con arco en Colombia y en el mundo. Lo recuerda con nostalgia y tristeza mientras cuenta que considera a su papá como el primer entrenador. “Me prestaba un arco y yo dispara tres o cuatro flechas, luego me ponía a jugar, mientras él disparaba”.
Los años pasaron, la niña pasó a ser una joven con poder de decisión a la que cada vez le gustó más dispar una flecha y escuchar el sonido de ella mientras se aleja rompiendo el viento para llegar a clavarse en el blanco. Natalia al lado de su padre, entrenaba y competía, era él quien la conocía mejor, sabía cuáles eran sus virtudes, pero sobre todo sus defectos y cómo los podía mejorar. Privilegiada porque qué padre de familia no quiere que su hijo sea el mejor.
Lo que inició como un juego ahora es como ella misma describe “mucho más serio, es parte de mi trabajo, mi responsabilidad, aunque no por ese hecho dejo de disfrutarlo. El tiro con arco es mi pasión, lo que me hace vibrar, lo que me impulsa a ser cada día mejor persona”.
Basta con ir a un entrenamiento o una competencia para ver reflejada su forma de pensar y actuar para conseguir lo que se propone. Su concentración, seriedad y una actitud de control y perfección sobre ella misma, son las armas con las que Natalia lucha para evitar que cualquier factor externo la desconcentre.
Los gritos de los niños y jóvenes mientras juegan a los alrededores, ni el quipo de sonido que suena a un lado y que ambienta la clase de aeróbicos y mucho menos el más ensordecedor sonido de las turbinas de los aviones que a diario despegan y aterrizan en el Aeropuerto Olaya Herrera de la ciudad de Medellín, contiguo al campo de tiro Andrés Escobar, logran que Natalia pierda de vista el 10 que se obtiene sólo cuando se clava la flecha en toda la mitad del blanco.
La concentración es absoluta. Como Natalia misma describe es un deporte más mental que físico y esto lo tiene muy claro ella, quien se apoya en conceptos de su carrera profesional y aplica algunos ejercicios con el fin de asilarse del contexto.
El perfeccionismo y ella misma son su único punto de referencia. Pocos diálogos con sus compañeros tiradores, una que otra conversación con su entrenador coreano Choi y una pausa para hidratarse, es lo único que hace Natalia después de cumplir su andamiaje, mientras espera que el resto de deportistas lo hagan para poder ir, respirar profundo y caminar en búsqueda de su felicidad y su mejor amigo: un diez como puntuación que la acerque a ser la mejor.
Después de varios años de Natalia estar flechada por el tiro con arco, son varios los entrenadores que han pasado y que algo le han aportado a su carrera deportiva, pero tres son especiales para ella: su papá, Eduardo Sánchez; el cubano, Ernesto Lino Loaiza, con quien logró ganar su primera medalla internacional en una competencia de un nivel importante, los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1998 que le generaron confianza y entendió que sí era capaz de obtener logros importantes.
Pero fue en el año 2006, cuando del otro lado del mundo, de un país donde el tiro con arco es el deporte nacional que llegó un coreano que la marcaría, Parck, el tercer entrenador más importante para ésta antioqueña, la persona que le ayudó a lograr más victorias y alegrías no sólo a ella, ni a la Liga de Tiro con Arco de Antioquia, sino a Colombia entera.
Al hablar de Parck, la expresión de seriedad en el rostro de Natalia cambia por una sonrisa que deja ver todos sus dientes. Sus ojos se vuelven tan radiantes como el sol de aquella mañana. Es un cambio total, como si hubiera pasado de obtener un uno en la diana a lograr un diez.
“Antes me sentía bloqueada entrenando. Con Parck creía que tenía las alas amarradas y fue él quien las soltó. Su confianza, apoyo y empatía lograron abrir mis alas y comencé a volar. Fue un antes y un después, todo cambió con su llegada. Comenzaron los buenos resultados, el reconocimiento y un proceso que ahora llevo con Choi que me permiten estar donde estoy”.
Como dice Stuart Mill, “al estudiante que nunca se le pide lo que no puede, nunca hace lo que puede”. Así lo entiende y aplica Natalia, quien se define como una mujer muy perfeccionista, que acompañada de la confianza, la disciplina, la constancia, el respeto, la responsabilidad y otros valores que sólo se ganan en el deporte.
Esta deportista rompe con las dificultades así como las flechas rompen el viento. Pone el nombre de Colombia y de Antioquia en el ámbito mundial del tiro con arco, inspira respeto en sus rivales, quienes ahora ven a la colombiana como una “amenaza” para sus pretensiones en las competencias. “El tiro con arco es una oportunidad de mostrarle al mundo que Colombia es bueno en algo”.
Luego del paso por los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, donde por primera vez Colombia tenía representación en el tiro con arco, llegaría la revancha.
El momento histórico, el que ella define como el más importante en su carrera deportiva, fue el 8 de septiembre de 2009 cuando logró colgarse la medalla de bronce en el Mundial de Tiro con Arco, realizado en Ulsan (Corea), seguida por las coreanas, Joo Hyon-Jung y Kwak Ye-Ji, en la modalidad de recurvo individual femenino.
Pero sólo Natalia y su entrenador saben lo difícil que fue y todo lo que pasó antes, durante y después de la competencia. Sufrimiento, dolor e impotencia fueron las sensaciones que debió vivir o mejor, padecer, esta arquera colombiana antes de ganar la presea. Gracias a su fuerza mental logró salir adelante y convertir esas amenazas y debilidades en fortalezas y oportunidades.
Natalia Sánchez Echeverri no sólo tenía que enfrentarse y “pelear” con sus rivales y nervios, como si fuera poco tenía una tendinitis en la muñeca izquierda, con la que se sujeta y direcciona el arco anaranjado, que pesa unas seis libras, amenazaba sus esperanzas.
Pese a esto logró derrotar a su rival más difícil: el dolor, y ganó un lugar en el pódium. Todo gracias a su perfeccionamiento, responsabilidad consigo misma y un país que de lejos seguía atento cada una de las flechas que ella lanzaba; su fuerza mental ganada con los años de práctica y trabajo como psicóloga; pero en especial, su pasión y deseo insaseable por ser la mejor.
“Me puse un vendaje para calmar un poco el dolor, pero nunca paré de disparar. Me dolía la mano, pero en el momento de disparar se me olvida el dolor por completo, simplemente pensaba en disfrutar cada una de las flechas que lanzaba y la oportunidad de estar ahí. Cuando terminaba la jornada de cada día, sentía que la mano no me daba más, a veces ni era capaz de partir la carne porque me dolía la muñeca, situación que no pasaba en competencia donde la concentración era tanta que lo demás, de malas”.
Ese día Natalia lloró, no del dolor sino de la alegría por aquella medalla histórica para ella, el deporte y el país, aunque nadie se dio cuenta, pues sus gafas lo impidieron. “Reía, lloraba, no sabía qué hacer, era una emoción tan grande que no sabía cómo expresarla”.
Así es Natalia, seria, respetuosa, amable y responsable. Desde ya tiene la mira bien puesta en su próximo reto, los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a los que le toca clasificarse en el Mundial del 2011. Mientras tanto ella sigue trabajando y entrenando para seguir siendo su propio referente. “Soy yo conmigo para mí y no más. Si pienso en lo que hacen los demás estoy perdiendo tiempo para pensar en todo lo que puedo hacer por mí”.
Manuel Alejandro Gallego Arango
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